Tuesday, November 1, 2011

HAZ PATRIA Y QUIERE A UN CHILANGO

En el habla común de los mexicanos que viven fuera de la Ciudad de México, no es frecuente identificarlos como capitalino ni defeño, sino “de México” y los apodos coloquiales o despectivos de guachinango (Veracruz), guacho (Sonora), huache (Yucatán) y chilango (en casi todo el país).
Chilango se ha difundido tanto en las últimas décadas que puede pasar de apodo a gentilicio, para llamar a los habitantes de la Ciudad de México. Aunque algunos se molestan de ser llamados así, la mayoría usa el apodo con humor o naturalidad. No hay gentilicio de la Ciudad de México. Quizá porque México es el nombre de una ciudad, de un estado y del país.
Empezó siendo una de las poblaciones que estaban en el Distrito Federal, creció hasta conurbarse con todas y rebasando sus límites. Se les llama mexicanos a los nacidos en el país, a los del Estado de México se les llamó mexiquenses, nombre que prosperó entre los hablantes, quedando establecido y aceptado por la Academia.
El término capitalino para definir al nacido en la Ciudad de México, tiene el inconveniente de ser un término genérico para todas las capitales de estados y países. Darío Rubio lo registra en 1925 en su obra Estudios lexicográficos. La anarquía del lenguaje en la América Española. El término defeño es muy reciente y Juan Palomar de Miguel fue el primero en registrarlo en 1991 en su Diccionario de México. Parece corresponder al momento en el que la Ciudad de México cubría la extensión del Distrito Federal, aunque eleva unas siglas administrativas a la categoría de patria chica, teniendo poca aceptación en el habla común. El término Chilango empezó en Veracruz.
El primer lexicógrafo que la registra es Alfred Bruce Gaarder en 1954 en su obra El habla popular y la conciencia colectiva, en una lista de gentilicios mexicanos, donde viene como “Chilango... México, DF. Francisco J. Santamaría la define en 1959 en su diccionario de mejicanismos, como una “Variante de shilango, usada en Veracruz”, afirmando que proviene “Del maya xilaan, pelo revuelto o encrespado” y que es “Apodo popular que en Veracruz se da al habitante del interior, en especial al pelado de México. Juan M. Lope Blanch, en El léxico indígena en el español de México, de 1969, acepta el origen maya de chilango y su carácter peyorativo, incluyéndolo en una lista de indigenismos que “forman parte del vocabulario vivo de la Ciudad de México”.
César Corzo Espinosa lo registra en Chiapas en 1978 como nahuatlismo, del término chilan-co (“en donde están los colorados”), conociéndose con este apodo a los habitantes de la Ciudad de México, aludiendo al color de su piel, enrojecida por el frío, que se aplicaba a los aztecas por los nahuas del Golfo de México”, justificando también que se llame guachinangos a los habitantes del Altiplano, en alusión al pez rojo, especie de pargo colorado, como los cachetes de los arribeños”, como lo hizo José Miguel Macías, en Diccionario cubano.
El ensayista mexicano Gabriel Zaid en su artículo "Chilango como gentilicio"] escribe que "chilango" es una variación que se realizó en el Estado de Veracruz de la palabra chilango que proviene del maya xilaan que significa desgreñado. En el mismo artículo se hace referencia a César Corzo Espinosa quien propuso que la palabra "chilango" tiene un origen náhuatl en la palabra chilan-co que significa "donde están los colorados" y que hace alusión al color de piel de los habitantes de la Ciudad de México.
Se dice también que el término fue utilizado por primera vez en Veracruz. En tiempos pasados, la mayoría de los delincuentes condenados eran enviados al Distrito Federal para concentrarlos y posteriormente enviarlos a la cárcel de San Juan de Ulúa en Veracruz. Al llegar al puerto, los presos eran atados de manos y formados en hilera en forma similar, decían ellos, a una chilanga, conocida en ese entonces, como un atado de chiles. De ahí que el chilango se asocie con aquellos "delincuentes" provenientes del Distrito Federal.
Finalmente, parece ser que el término chilango era el referente a una laguna en la que confluían varios ríos; por analogía, la llegada de gente del exterior a la ciudad de México se comparaba con la llegada de ríos a la laguna, o bien al gran lago donde se estableció la Gran Tenochtitlán
El diccionario de la Real Academia Española en su edición 2009, así como de la Academia Mexicana de la Lengua, definen a la palabra chilango como un adjetivo de uso coloquial que también se puede usar como sustantivo de natural, perteneciente o relativo a la Ciudad de México o Distrito Federal.
Es un gentilicio utilizado por los habitantes u originarios del territorio del Distrito Federal (y en concreto de la Ciudad de México), también es utilizado por el resto de la federación.
El término se utiliza para designar al mexicano que proviene de la Ciudad de México. La palabra involucra un aspecto negativo y discriminante hacia la persona a quien está dirigida.

La difícil vida de los chilango mexiquenses

Son defeños de nacimiento; viven en el Edomex por necesidad. Este cambio en sus vidas los ha hecho odiar al DF, odiar a la entidad mexiquense, reencontrarse, y al final no saber exactamente si son de aquí o de allá.
En su último estudio sobre los movimientos migratorios de los habitantes del Distrito Federal, el INEGI determinó que de los 491 mil 199 capitalinos que decidieron irse a radicar a otra entidad del país, el 57 por ciento se fue al estado de México.
Esto convierte a la entidad mexiquense en el receptor número uno de defeños, muy por arriba de Querétaro, Hidalgo, Morelos y Veracruz.
La razón por la que ocurre este flujo migratorio parece ser muy sencillas: en el Edomex es más barato comprar o rentar una vivienda que en el Distrito Federal. Aunque en el Edomex llega a duplicarse el costo de la vida, sobre todo por rubros como el transporte y la alimentación.
EL UNIVERSAL Edomex entrevistó a dos parejas y una mujer soltera “chilangas” quienes cuentan qué los hizo llegar a alguno de los municipios del estado de México. Este cambio en sus vidas los ha hecho odiar al DF, odiar a la entidad mexiquense, reencontrarse, y al final no saber exactamente si son de aquí o de allá.
Antes de casarse Samantha y Erick, matrimonio joven de 27 años y de profesionistas, habían vivido en la Unidad Habitacional de El Rosario de Azcapotzalco y en San Cosme. Su familia, amigos, trabajo y diversión siempre han estado en la ciudad de México por lo que nunca consideraron cambiar de residencia al casarse.
Sin embargo el momento de la realidad llegó, empezaron a buscar departamento, visitaron la colonia Industrial Vallejo, Ferrería y Joyas Vallejo, lugares cercanos a los trabajos de ambos, pero todos excedían los 800 mil pesos, suma imposible de conseguir a pesar de los préstamos bancarios y los empleos de ambos.
“Nos interesó mucho un departamento en un conjunto habitacional de Ferrería, era un penthouse, tenía dos recamaras y un baño, todo pequeño, pero lo que no nos convenció es que el edificio era viejo, las escaleras inseguras, y debido a su abandono las palomas habían hecho de él su guarida, concluimos que nos llevaría mucho dinero repararlo, mejor desistimos”, comenta Erick.
Samantha y Erick no les quedó de otra más que alquilar en la colonia la Romana del municipio de Tlalnepantla, con una renta baja que les permitiera ahorrar para comprarse lo más pronto posible un departamento, un año después encontraron en Coacalco una vivienda más amplia que la de Ferrería y por 500 mil pesos, lo compraron.
Sin embargo no han dejado de tener problemas, él trabaja en Azcapotzalco, ella en Plaza Satélite, ahora lo que les afecta es el costo del pasaje pues para desplzarse a sus sitios laborales cada uno gasta entre 70 u 80 pesos diarios.
Samantha confiesa que son ellos quienes tiene que visitar a sus amigos o familia en el DF, ya que ellos no los quieren visitar en Coacalco por la distancia y el costo que significa el desplazamiento.

Fuentes de Informacion:
Wikipedia / eluniversaledomex.mx

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